Carlos Mariscal: Ustedes son una de las empresas primeras que en la Argentina empezaron a prestarle atención -en su momento cuando apareció- a la ley de fomento a la innovación tecnológica. Y has recorrido un largo camino para terminar habiendo concursado y ganado –así lo anunció el presidente de la nación y el ministro de salud, oportunamente- la posibilidad de producir estos nuevos kits para testear a los habitantes argentinos con respecto al coronavirus.
Jorge Cassará: Si hacemos un poco de historia lo nuestro empezó antes de la ley 23877 de promoción a la innovación tecnológica, que va a cumplir sus 30 años ahora en septiembre. Pero nosotros ya antes habíamos empezado a tratar de vincular la ciencia con la universidad y la empresa desde nuestra cámara: Cooperala, que agrupa a las pequeñas medianas empresas farmacéuticas. Hicimos un acuerdo con el Dr. Alberto Boveris -decano de la Facultad de Farmacia- para hacer un laboratorio de análisis conjunto, donde teníamos equipamiento puesto por la cámara, de manera de trabajamos en conjunto con la universidad y generar ese vínculo, que nosotros considerábamos, que debe existir entre universidad y empresa.
Posteriormente la ley nos dio una serie de espacios que no se tenían.
Carlos Mariscal: Hay algunos datos puntualmente, por ejemplo el concepto novedoso, este, que apareció mucho después de responsabilidad social empresaria, que consistía en…
Jorge Cassará: Esa fue una de las herramientas que nos permitió la ley. Había un espacio para recuperar gente que no estaba en la carrera científica pero si tenía interés en relacionarse más con la parte tecnológica, de poder incorporarlos como doctores en la empresa. Esa herramienta también la usamos nosotros, te diría que fue a mediado de los 90s; se empezó a trabajar dentro de lo que que creamos en ese momento que fue el laboratorio de investigaciones científicas de la Fundación Pablo Cassará.
Carlos Mariscal: Eso fue con la UBA
Jorge Cassará: Con la UBA hicimos el primer acuerdo antes de la ley. En ese momento las universidades como herramientas habían creado fundaciones y la posibilidad de vincular era a través de las fundaciones. Hoy ya la ley te da herramientas, te da la unidad de vinculación tecnológica que es lo que le permite al investigador relacionarse con la empresa a través de una unidad, le permite facturar servicios. O sea, hay toda una serie de elementos que nos permiten incorporar mucha más tecnología y relacionarnos mucho más con la ciencia, e incorporar esa ciencia y esa tecnología a los productos.
Carlos Mariscal: ¿Cómo se conformó el instituto Milstein?
Jorge Cassará: Nosotros en el laboratorio de investigaciones científicas de la fundación Pablo Cassará a fines de los 90s hicimos un balance y nos dimos cuenta que había mucha rotación de la gente joven. Cuando analizamos más en profundidad este tema surgió que la gente joven que quería hacer la carrera científica o la carrera del CONICET forzosamente tendría que presentar papers porque se evaluaban en función a los papers su función en la carrera; ahí vimos que en un instituto que buscaba más la parte tecnológica o la aplicación de la ciencia a la tecnología no hay papers, fundamentalmente hay patentes. Y no hay tantas patentes para publicar, como papers para publicar. Esto yo lo comenté en una reunión de la secretaría de ciencia y técnica y al poco tiempo me llama el doctor Eduardo Charreau, que era el presidente del CONICET en su momento y me dice que “escuchándote me pareció interesante lo que estaba ocurriendo y me parece que tengo una solución”
Nos juntamos y me cuenta que había un instituto del CONICET que necesitaban mudarlo y me proponía mudarlo al lado del instituto de la fundación, si esto era factible y había espacio. A nosotros nos pareció muy interesante porque ahí entonces íbamos a tener lo que era la ciencia básica asociada a la parte tecnológica. Nosotros le dimos un espacio para ese instituto y así se mudó el Cevan para fines del año 2003, se mudó junto con el laboratorio de investigaciones de la fundación Pablo Cassará
Cuando empezaron a generarse las interrelaciones entre los investigadores de la fundación y los investigadores del CONICET la gente joven pudo empezar a migrar de un lado, a otro, a una empresa y aparecieron nuevos espacios o nuevos conocimientos de tecnología que nos permitieron a nosotros avanzar en áreas en las que hasta ese momento no estábamos.
Así es como nace el centro Milstein que después cuando ya vimos que había una muy buena relación entre los investigadores tanto de la fundación como del CONICET, se planteó formar o conformar un instituto público-privado CONICET-Fundación Pablo Cassará y esto es lo que hoy conocemos como el Centro Milstein.
Carlos Mariscal: Hace unos años cuando tuve la oportunidad de entrevistar a la gente del Milstein uno de los investigadores, que en ese momento desarrollaba un producto para problemas en los cítricos, hoy está en el equipo de ustedes como uno de los científicos que desarrolló este nuevo kit.
Jorge Cassará: Es uno de los ejemplos que me encanta dar porque ahí aparece como de la ciencia básica vos sacas después las tecnologías para ser aplicadas. Adrián Vojnov estaba trabajando en la enfermedad de los cítricos y para poder evaluar o poder cuantificar los ensayos que él realizaba necesitaba de una metodología y puso a punto esta metodología Lam que era para medir, no para su investigación sino para medir las investigaciones que él estaba haciendo.
Una tecnología que él conocía mucho porque la estaba usando en sus investigaciones básicas es la que después dio origen a la tecnología o la plataforma tecnológica que estamos usando en Neokit tanto en el test de Chagas, en el desarrollo del test de dengue y ahora en el test para Covid-19
Carlos Mariscal: Ustedes realizaron en algún momento una alianza con una start up alemana
Jorge Cassará: Eso también tiene unos cuantos años. Ahí también se puede plantear como es este vínculo de conocimiento, de ciencia, de investigación y de empresa. Uno de los investigadores que estaba trabajando con nosotros en el desarrollo de proteínas recombinantes había hecho parte de su doctorado en USA y ahí había conocido a un investigador que trabajaba en un instituto en Holanda y él le contó que habían desarrollado una tecnología para producir vacunas de hepatitis B en levaduras y que no se había puesto en el mercado.
Al año o dos años vuelve al país y regresa a trabajar con nosotros, nos cuenta eso y le pedimos que le escriba para ver qué pasaba con esa tecnología y así es como nosotros nos contactamos con Rhein Biotech, que es una empresa incubada en el sector académico en Holanda hicimos esos contactos y sobre la tecnología que ellos habían empezado a desarrollar hicimos la puesta en planta, la producción y llegamos a un producto farmacéutico que se comercializa como vacuna de la hepatitis B, hoy es la AGB 20 que es la que producimos nosotros todavía.
De esta manera uno ve como en el camino de las relaciones de la ciencia entre fin y el aprovechamiento y desde el punto de vista empresario entender que es lo que se puede hacer con esos conocimientos que nos permite avanzar muchas veces en incorporar innovaciones y tecnología a nuestra empresa.
Carlos Mariscal: En algún momento el laboratorio Cassará participó en una agrupación de colaboración con la empresa Zelltek incubada en la Universidad Nacional del Litoral
Jorge Cassará: Es otra historia muy linda para contar. Había un matrimonio de investigadores que habían hecho (como) una pasantía en Alemania y habían trabajado en lo que era cultivo celular en suspensión, que es una tecnología que nosotros no teníamos y que queríamos aprender para de alguna manera producir toda esta línea de nuevas proteínas recombinantes y todos los monoclonales que venían apareciendo en el mercado.
Carlos Mariscal: Este producto es para dializados
Jorge Cassará: Si, se usa en diálisis. Es un producto para para levantar el nivel de glóbulos rojos. Hay más de 20 mil personas que se dializan.
Nosotros ahí en ese caso teníamos expertise en lo que era producir proteínas recombinantes en bacterias pero no lo teníamos en células animales. Este grupo que tenía ese conocimiento y quería volver a la argentina, pero no solo quería volver para hacer desarrollo tecnológico sino también a hacer investigación y fundamentalmente docencia, un desafío.
Entonces empezamos a ver que podíamos hacer, como podíamos hacer un acuerdo con ellos y apareció la posibilidad de hacer una incubación de una empresa en la universidad nacional del litoral.
Carlos Mariscal: ¿Podríamos decir que los santafesinos a esta experiencia le deben tener una carrera universitaria nueva?
Jorge Cassará: Una carrera universitaria nueva, que hoy es la carrera en biotecnología. Muchas de las prácticas de la carrera de biotecnología se realizan en el laboratorio de Zelltek y muchos de los becarios y muchos de los doctorados se han doctorado en el laboratorio de Zelltek
Hoy la Zelltek tiene una planta industrial en el centro industrial ligado a la universidad del litoral, ya como una planta independiente y produce a nivel internacional pero el grupo humano que quedo genero la carrera y generaron doctorados y hoy mucha de esa gente que se formó está migrando hacia otras partes del país también.
Gerardo Scarcello: Yo quiero ir al tema práctico, de los kits. Que tanto costo tienen traerlos desde afuera. ¿Cuánto de porcentaje da la veracidad de que uno tiene Covid-19?
Jorge Cassará: Este método tiene la misma precisión que una PCR, porque trabaja sobre la base de la misma tecnología que está en el orden del 98 %. Uno debe demostrar eso, menos error del 2 % para que el producto sea aprobado por ANMAT.
Jorge Cassará: Hay dos tipos de test. Hay un test como el que plantea PCR o como el que planteamos nosotros, o el que desarrolló el grupo de la Universidad de San Martin, que lo que miden es la carga viral ahí uno determina partículas de ARN del virus. De manera que uno está viendo virus existe, presencia de virus y carga viral.
Los otros test, son los que se hacen en sangre y eso lo que están buscando es anticuerpos. En esos test empiezan a aparecer los resultados aproximadamente después de 14 días de la enfermedad. Entonces ahí ya el cuerpo genera anticuerpos. Son los mismos anticuerpos que se están planteando en el uso del plasma del paciente recuperado para utilizarlo como tratamiento en aquellos pacientes que están con síntomas de Covid agravados.
Gerardo Scarcello: Justamente el congreso está tratando un proyecto sobre la donación de plasma.
Jorge Cassará: La Argentina tiene una historia espectacular en su ciencia con respecto a esto. Es una metodología que usaba Julio Maiztegui en el virus Junín, el mal de los rastrojos. Que en su zona (Rosario Santa Fe) debe haber sido un tema bastante crucial y un tema de mucho cuidado en sus años.
Julieta Quiroga: ¿Cómo fue el proceso para llegar a la licitación para que el presidente de la nación anunciara estos Neokits que definitivamente se fabrican en nuestro país y eran producto de una investigación científica fehaciente de nuestros científicos?
Jorge Cassará: Acá es un grupo de investigadores del CONICET que estaban trabajando con esta plataforma tecnológica y pusieron a punto lo que sería cuando aparece la comunicación de la existencia de la posibilidad de una pandemia a nivel mundial de acuerdo a lo que estaba pasando los investigadores entendieron que podía haber una necesidad de tener como detectar la presencia de ese virus y se pusieron a trabajar en el desarrollo de este kit.
Esto no se hubiera hecho en tan poco tiempo si no hubiese habido un conocimiento muy fuerte de la plataforma tecnológica que se usó, o sea, esto que yo contaba de la experiencia de Adrián Vojnov con la tecnología y los investigadores que forman parte del grupo.
Después, a posteriori se trabajó muy fuerte sobre el desarrollo de este kit y el laboratorio Pablo Cassará acompaño a estos investigadores en todo lo que fue registro y garantía de calidad. Que es de alguna manera la parte regulatoria nuestra que acompaño para que el producto fuera rápidamente aprobado por la autoridad sanitaria
Julieta Quiroga: ¿Cuántos Kits se preparan en estos días? En principio era solo el instituto Malbran el que tomaba los test de CCovid-19 después se distribuyó en 35 centros a nivel país. ¿Qué cantidad de test se han distribuido? Y saber de qué manera funciona el test, para que la gente lo entienda ¿de qué manera se hace la muestra?
Jorge Cassará: La muestra se toma de la misma manera que se toma un test para hacer el PCR, o sea, se hace un hisopado nasofaríngeo, en eso no hay vuelta porque uno tiene que encontrar el virus y buscarlo con un hisopado. Luego ese hisopado se transforma, se trabaja y se hace el desarrollo del diagnóstico en lo que sería un pequeño tuvo Eppendorf, que son tubos muy chiquititos, de 2 mm, donde están los reactivos y ahí se produce un cambio de color de un violeta a un azul y eso es lo que determina rápidamente la existencia del virus.
La ventaja de esto, frente a una PCR, es que no necesita una aparatología como es el aparato para hacer este tipo de test, que en el caso particular del test Neokit lo que usa es simplemente mantener la temperatura a 60 grados y hay aparatos que lo hacen, o sino un simple baño María.
Por lo cual un laboratorio de bioquímica, cualquier laboratorio de análisis clínico podría estar desarrollando estos test.
Carlos Mariscal: Bastante simple en primera instancia.
Jorge Cassará: Lo que uno tiene que tener en cuenta es que va a haber una capacidad grande de producción de test, va a tener oportunidad el estado de tener test, pero no solamente el test en sí, sino que hay que tener el equipo de gente que pueda hacer el hisopado y que pueda trabajar. Y esto es un esfuerzo que tiene que hacer el sistema de salud. No solamente es necesaria la herramienta kit, sino también es necesario el grupo humano que sale a testear, que recorre, que va buscando los casos y que sigue a los contactos directos.
Julieta Quiroga: ¿En que pudo haber influido, haber hecho de forma tal vez un poco más lenta los hisopados? En otras latitudes, por ejemplo el caso de Alemania, se han hecho un millón de hisopados desde el arranque de la pandemia ¿Cuánto pudo haber incidido en el resultado que hoy tenemos?
Jorge Cassará: Hoy es muy difícil decirlo. Quizá dentro de un año o dos podamos hacer un análisis. Es muy difícil cuando recién se está conociendo el virus decir cuál es la mejor manera de hacer los seguimientos, de atacarlo. Si es una cuarentena estricta, si tenemos que hacer una cuarentena solamente los adultos mayores; o los que tienen algún tipo de patología existente previa, o sea, es muy difícil. Son estrategias que se van haciendo en conocimientos muy cortos.
Por otro lado aparecen esquemas de tratamiento que tampoco es fácil valorarlos o evaluarlos científicamente porque no se pueden hacer estudios de doble ciego en medio de una pandemia. Entonces lo que se hace son análisis estadísticos, pero sin lo que sería el rigor de un estudio científico, por eso se cuestionan muchos tratamientos. Pero todo porque estamos investigando en medio de la pandemia.
Esto lo vamos a saber dentro de un año o dos, vamos a hacer un análisis, quien tuvo razón o que era lo mejor hacer, hoy yo diría que es imposible decirlo.
Gerardo Scarcello: Se habla mucho del tema económico de los test. Esto, al fabricarse en la Argentina ¿será mucho más económico?
Jorge Cassará: El test en sí, lo que nosotros estamos proveyendo, sale 8 dólares, aproximadamente cada testeo. Pero hay que sumarle todo lo que habíamos hablado: el equipo de médicos que lo va a hacer, no es solamente el test en si- El test es una cosa totalmente alcanzable. Hay que armar todo el equipo y hay que armar el protocolo.
Porque si vos decís: vamos a testear un grupo de trabajadores que ingresan a la fábrica. ¿los vamos a testear todos los días? ¿o vamos a hacer un test semana? ¿o vamos a hacer un test a los contactos cercanos? ¿o aquel que tiene fiebre? O sea, hay que generar un protocolo de testeo para cada uno de los casos.
Uno de los problemas que nos plantean a nosotros es el de la marina mercante: cuando alguien tiene que embarcarse 30 días, en el mar, embarcado ¿Qué hacemos con la tripulación? La tripulación la medís antes, le haces un hisopado y una lectura, pero si está incubando a lo mejor no aparece el virus.
Entonces habría que tenerlos agrupados siete días antes y testearlos. No es tan fácil y cada caso requiere de un protocolo particular. Protocolo que se van haciendo a medida que vamos conociendo la patología, como funciona el virus. Hoy sabemos que el virus ya a menos de 15 días, prácticamente desaparece, entonces si podemos saber cuándo se contagió podemos saber que a los diez días ya no contagia más, antes se pensaba que era más tiempo.
Las cuarentenas se pueden ir acortando. Hay toda una serie de elementos que se van conociendo, a medida que se van conociendo más de la enfermedad uno puede ir ajustando más el protocolo.
Carlos Mariscal: Para cerrar la nota, me gustaría una síntesis tuya sobre la importancia que tuvo la ley de fomento a la innovación tecnológica en sus orígenes, lo que hicieron ustedes y como desarrollaron este recorrido a lo largo de más de 30 años y si esto tiene que ver, o no, o cuanto aportó -por ejemplo, entre otras cosas- para que hoy tengamos este nuevo kit para testear el coronavirus. Me refiero a la actividad de tu laboratorio, la actividad en el Milstein, asociado con el CONICET.
Jorge Cassará: Nuestro crecimiento como empresa viene muy ligado a la incorporación de innovación y de tecnología, mucha de esta innovación surge a través de la relación con el sector académico y eso no se podría hacer si no existiera esta ley.
Por otro lado esta ley tiene una ventaja muy importante para los investigadores: pensá que la empresa Neokit, que es la que lanzo ahora el kit al mercado, está conformada por laboratorios y son socios en el otro 50 % los investigadores, y son investigadores del CONICET, o sea hoy la ley te permite que un investigador genere su propia empresa, sea socio en esa empresa y después con los pequeños ajustes que se están haciendo, hasta podes seguir haciendo desarrollos para esa empresa.
Entonces esta posibilidad de generar empresas de base tecnológica es una herramienta que da la ley que no la teníamos antes que por otro lado, también hace que uno pueda estar incentivando al resto de los empresarios a incorporar tecnología. Antes uno hablaba de relacionarse con la universidad y era como que estaba fuera de la ley o tenía que buscar caminos retorcidos para llegar.
Hoy esta ley le permite al investigador generar su propia start up, empresa de base tecnológica, asociarse con el sector empresario y esto es una herramienta muy útil y muy fuerte para el crecimiento de las empresas en el país.
Carlos Mariscal: Al poco tiempo de aparecer la Ley 23877 de fomento a la innovación tecnológica en la Argentina venían ministros de distintos gobiernos a ver cómo era. Para ver cómo era, para copiarla.
Jorge Cassará: La ley fue de avanzada, ahí trabajó Rodríguez como Diputado impulsando la Ley, el Licenciado Juan Carlos Del Bello trabajando en la redacción de la ley. Un trabajo de gente que venía de afuera con mucho empuje y trayendo una ley de avanzada para la Argentina.
Una ley que hoy tiene vigencia plena y la estamos usando como una herramienta todos los días.
Carlos Mariscal: Jorge Rodríguez, recuerdo su distinción en la Universidad de Arkansas, por una investigación de gramíneas para zonas áridas.
Jorge Cassará: Un investigador que después pasa a la parte política pero mantiene de alguna manera su conocimiento de la teoría de la investigación y como se investigaba y de cómo se trabajaba en otros lugares.