* Por Sergio Mejail
En estos tiempos de pretendido Aislamiento Social, han sido compartidos por todos los medios de comunicación, diferentes consejos, estrategias, información, entretenimientos, entre otros.
Las redes sociales y el internet se han impuesto como la mejor alternativa para comunicarnos, trabajar, entretenernos y sentirnos cerca.
Esta forma de comunicarnos y relacionarnos, que ya venía usándose sobre todo en los más jóvenes, se ha expandido a todas las etapas de la vida, siempre que el poder adquisitivo acompañe, por supuesto. (Porque acá también, como en casi toda actividad humana, hay una franja de excluidos).
Más allá de esto, estoy convencido que el fenómeno que estamos atravesando, fácilmente identificable como COVID-19, será referenciado a futuro como el acontecimiento que marcó el cambio a una nueva etapa histórica en el planeta.
La humanidad no seguirá siendo la misma después de esto, de la misma manera que cambió con la aparición de la escritura (3500 años a. C.), la caída del Imperio Romano (siglo V), el descubrimiento de las Américas (s. XV) y la Revolución Francesa (s. XVIII).
Estos acontecimientos, fácilmente destacables en la Historia, son tomados como punto de referencia para marcar cambios significativos en las concepciones y prácticas humanas. Cada una de las etapas históricas puede ser caracterizada por ciertas concepciones de lo que somos los seres humanos, de cómo nos relacionamos, cómo concebimos la espiritualidad, cómo nos expresamos en las artes, los deportes y el manejo del conocimiento, cómo concebimos la economía y el comercio, etc.
De la misma manera que el desarrollo de los seres humanos como especie (filogénesis), el desarrollo de los seres humanos como individuos (ontogénesis) tiene sus puntos de quiebre. Esos acontecimientos que representan un cambio significativo en nuestro devenir como individuos. Esos hechos, acontecimientos o decisiones que han cambiado el rumbo o la dirección de hacia dónde se dirigía nuestra vida, han incidido en el futuro, en el destino.
¿Cuáles creen que son esos puntos a partir de los cuales pueden decir: “no sería quien soy si no hubiese ocurrido…”?, o “no estaría con quien estoy si no hubiese…” Esas experiencias pueden ser interpretadas como buenas o malas, como valientes o cobardes, y pueden haber sido generadas por otros, por las circunstancias, por el contexto político, económico o social, o por nosotros mismos. Pero si tienen el impacto suficiente como para torcer el destino al que veníamos dirigiéndonos. Si pensamos detenidamente en esos hitos y el registro emocional nos indica orgullo, arrepentimiento, tristeza, reconocimiento o alguna mezcla de estas emociones, estamos seguramente dando valor o crédito a esos momentos o etapas vitales.
Retomando las reflexiones sobre al momento actual, donde una serie de aspectos que podrían asociarse al corona virus han generado un cambio en el rumbo y tal vez destino de la humanidad, ¿cómo creés que se caracterizarán todas las expresiones humanas si esta modalidad perdura? Porque lo que estamos viviendo hoy, mientras escribimos la historia del futuro, tiene una serie de matices qué impactan en cada individuo y delimitan el comportamiento de grandes grupos sociales.
Para ahondar en este punto, invito al lector a pensar sobre una consigna que hemos escuchado y repetido muchísimas veces, muy simple y contundente como “QUEDATE EN CASA”. Estás tres palabras, ¿ofrecen alguna duda?, ¿hay alguna parte de la frase que sea de difícil entendimiento? Probablemente nuestras explicaciones de lo que significa “quédate en casa” sean bastante similares… Pero ¿qué significa? ¿qué significa para cada persona? ¿qué implica para cada individuo? ¿qué impacto tiene en cada entorno familia o comunitario? El modo en que registramos este mandato social y cómo es acatado, tiene rasgos totalmente particulares, según cada individuo y según cada sistema al que este pertenece
Ante consignas generales, siempre hay modos particulares de interpretarla, y el modo de interpretar, articulado con el particular mundo emocional y las posibilidades corporales propias, derivan en determinados comportamientos. Lo casi milagroso es que habiendo tantas articulaciones posibles de interpretación (dominio lingüístico), emoción y corporalidad, desemboquemos en comportamientos similares.
Profundicemos en lo referente al modo de interpretar, el cual suele ser un proceso más o menos consciente que nos predispone a determinadas acciones e impide otras. Por interpretar el diccionario dice “dar o atribuir a algo un significado determinado”. Cada uno de nosotros, más o menos conscientes, ha dado un significado a esta cuarentena. Pero no sólo eso, también hay quienes le han dado un sentido y quizás hasta un propósito. Todo el tiempo estamos otorgando sentido a las cosas. Cada estímulo (externo o interno) que traspasa el umbral de la conciencia, es interpretado.
Entonces aquí viene mi invitación para estos tiempos de cuarentena, enmarcado en la era de la conectividad, que consiste simplemente en pensar sobre algunas preguntas. ¿Cómo estamos conectándonos con los demás?, ¿cómo estamos conectándonos con nuestros entornos?, y ¿cómo estamos conectándonos con “ese” que se conecta?
Según dicen algunos autores (Rafael Echeverría es uno de ellos) los seres humanos somos los únicos capaces de hacer estos giros recursivos en el lenguaje. Es decir que podemos, por ejemplo, hablar de cómo hablamos… o pensar en cómo pensamos.
El filósofo argentino Darío Sztajszrajber (2018) dice algo así como: una cosa es que la filosofía se pregunte por el origen de todas las cosas, y otra cosa es que (…) se pregunte por el modo en que el ser humano se pregunta cuando se pregunta por el origen de todas las cosas. Y sigue, una cosa es que tratemos de comprender qué es el Universo, y otra es que tratemos de comprender cómo comprendemos (o tratamos de comprender) cómo es el Universo. En este giro sobre uno mismo que se asume ejerciendo el conocimiento, vamos descubriendo nuestra interioridad en la paradoja misma de estar conociendo cómo conocemos. (p. 64).
Todo esto que quizás parezca un trabalenguas, podría ejemplificarse de una manera más simple en frases tales como “pregúntate sobre cómo estás preguntando”, “pensá en cómo estás pensando” o “conéctate con cómo estás conectándote”. Y así tendrás la posibilidad de comenzar un viaje hacia tu interior, viaje en el que posiblemente te encuentres con algunas creencias fundantes, juicios maestros o paradigmas rectores que sostienen el sentido que hoy le estás dando al aislamiento social, el sentido que le estás dando a cada área o dominio de tu vida. La invitación acá es a que te animes a viajar, a conocerte, a pensarte, a recrearte.
A partir de aquí, si te das cuenta de algo nuevo, o quizás recordar algo olvidado, tenés la opción de hacer algo con eso, de elegir como relacionarte con eso… O de relacionarte con el que se relaciona con eso… Que no es otra persona que esa versión de vos misma/o que estás siendo ahora.
*Sergio Mejail
Lic. en Psicología
Coach Ontológico Profesional
Docente e Investigador Universitario
Coordinador Entrenar-T Tucumán Coaching Group