Simulación Nº 1. La imagen muestra un aula con la ventana bien abierta. En este caso, el medidor indica un valor reducido de CO2: el aire está «limpio» (riesgo de contagio bajo).- Foto: Gentileza Ventilemos
«Ventilemos». Así se llama el novedoso emprendimiento de tres jóvenes rosarinos, y suena una saludable invitación. ¿A qué se dedican? A fabricar medidores de dióxido de carbono (CO2) que pueden utilizarse en cualquier tipo de ambiente cerrado y de concurrencia pública: una vivienda, el aula de una escuela, una oficina, un bar o un restaurante, incluso en automóviles y en unidades de transporte público de colectivos.
Pero, ¿por qué es importante, según las recomendaciones de expertos y científicos de todo el mundo, medir el CO2 en un ambiente como medida preventiva contra la Covid-19? La explicación es bastante simple: la principal vía de transmisión del SARS-CoV-2 -coronavirus- es aérea, través de aerosoles, que son microgotículas microscópicas que se expelen al hablar, respirar, toser o estornudar. El virus «viaja» a través de los aerosoles -que pueden quedar suspendidos varias horas en un ambiente- de una persona infectada a otra «huésped»: ahí se produce el contagio.
Pero también los seres humanos expelen, además de aerosoles, dióxido de carbono. Y si bien el virus no se puede detectar -y mucho menos medir- en el aire, el CO2 sí. Medir este gas en un ambiente cerrado es una forma indirecta de saber cuán viciado (cuán respirado por varias personas) está ese aire; es decir, si se encuentra «sucio». Si los valores de CO2 en ese ambiente son altos, es muy probable que haya un mayor volumen de aerosoles suspendidos en el aire que puedan contener partículas con carga viral infectiva, lo que implica más riesgo de exposición al virus. En ese caso, hay que ventilar de forma urgente.
Mariano Crosetti (27 años, estudiante de Ciencias de la Computación); Alejandro, su hermano (23, estudiante de Ingeniería Electrónica), junto a Franco Schiavone (28 años, Ingeniero Industrial) impulsaron el emprendimiento «Ventilemos» en la ciudad de Rosario. La iniciativa se formalizó en enero-febrero de este año. Pero la idea se «craneó» un poco antes, en diciembre.
Simulación Nº 2. En un bar, el detector de pared marca un rango alto (1.4% del aire ya está respirado por varias personas). Riesgo de contagio es alto.- Foto: Gentileza Ventilemos
«Ya veíamos que se venía la segunda ola… En Navidad, estábamos en el patio con nuestros padres y les comenté que el detector de CO2 podía ser una buena herramienta para mitigar la escalada de casos. Y con mi hermano lanzamos esta propuesta, que tiene principalmente un fin social», le cuenta a El Litoral Mariano Crosetti. Así, se empezaron con los primeros experimentos. El capital inicial salió del bolsillo de ellos. «La UNR nos brindó mucho apoyo, particularmente con el Área de Emprendedurismo», dice el joven.
Cómo funcionan
El «corazón» de cada medidor de CO2 que producen los emprendedores rosarinos es el sensor con tecnología infrarroja no dispersiva. «Nosotros hacemos la interfaz entre el dispositivo que mide, una pantalla y los botones para configurar los rangos», agrega Crosetti. Esos rangos son como un «semáforo»: cada medidor indica un valor bueno-muy bueno de la calidad del aire (400 partes por millón, o ppm), que sería el color verde.
Si el medidor indica dentro de un ambiente un rango mayor a 600-650 ppm, se enciende una alarma de riesgo medio (color amarillo); y si marca 800-850 ppm, salta el alarma roja (de riesgo alto). El dispositivo tiene una alarma sonora con dos niveles: para el rango riesgo medio, un pitido; para el de riesgo alto, dos pitidos. En ambos casos, lo recomendable es ventilar ese ambiente y reducir el aforo. Todo se puede ver en la pantalla.
Hay tres tipos de detectores que ofrecen los jóvenes: el portátil (que cabe en la palma de una mano y es transportable), ideal para oficinas, automóviles o salas de estar; el de pared, indicado para ambientes grandes como bares, restaurantes o gimnasios, y el Sistema IoT (que es más complejo, porque lleva sensores conectados a Internet, y se recomiendan para instituciones educativas o complejos de oficinas).
Los medidores homologados que están en el mercado pueden llegar a costar unos 60 mil pesos o más. «Nuestra idea era ofrecer un producto que pudiéramos hacer nosotros, y que esté a un valor más accesible, alrededor de los 20 mil pesos», agrega Crosetti. Los jóvenes ya comercializaron sus primeros aparatos al Instituto de Biología de Rosario, al Colegio de Médicos de esa ciudad, a la Facultad de Farmacia e incluso a varias escuelas de Buenos Aires.
-Llega el frío (la gente no ventilará tanto los ambientes) y ya está entre nosotros la segunda ola de contagios. ¿Cree que será posible lograr que la mayoría de los espacios cerrados como negocios, escuelas, oficinas, gimnasios, etcétera, pueden tener un medidor de CO2 como estrategia preventiva?, le preguntó El Litoral a Crosetti.
-Creo que para que lleguemos a eso deberá haber una articulación desde la política, para quizás dar un soporte financiero. Pero también hay que llegar a que la sociedad pueda entender la importancia de medir la calidad del aire en un ambiente.
Por ejemplo en las aulas, algo que se puede probar (y que se hizo en Madrid) es implementar los detectores de manera educativa. Que los chicos entiendan por qué es importante que esté ahí el dispositivo. Es lo mismo que con «la educación» del barbijo: todos debemos saber que hay que usarlo cubriendo nariz, boca y mentón.
Igual caso con la ventilación, es decir, que se incorpore en el hábito de la gente la ventilación permanente y cruzada. Son factores clave, porque la ventilación no es fundamental contra el Covid, sino también contra enfermedades respiratorias.
Simulación N º 3. Es un gimnasio con las ventanas cerradas, y la imagen recrea un valor muy algo de concentración de CO2 (riesgo de contagio muy alto). – Foto: Gentileza Ventilemos
Con respecto a esto último, creo igualmente que hubo un click. Que exista la Campaña Ventilar (que impulsa el Gobierno nacional), o que en todos los spots televisivos ya se hable de la importancia de la ventilación, es algo valioso.
Recopilación de evidencia
«Hubo un error conceptual en el inicio de la pandemia, en gran parte por responsabilidad de la OMS, para quien la principal vía de contagio era por contacto con superficies contaminadas (con gotas buconasales). Negó la transmisión aérea por aerosoles. Después se fue entendiendo que esta última era la principal vía de transmisión, más aún luego de que lo reconoció el CDC (Centro de Infectología de Estados Unidos), dice Mariano Crosetti.
Así, antes de iniciar el emprendimiento «Ventilemos», en octubre pasado, el joven emprendedor publicó una extenso artículo donde recopiló mucha información y evidencia científica disponible on line sobre el contagio aéreo por aerosoles, tomando informes de expertos (entre ellos el Prof. José Luis Jiménez, de la Universidad de Colorado, eminencia en la materia ), y publicaciones de revistas especializadas. Se lo envió al Área de Epidemiología de Rosario y a la secretaría de Extensión Tecnológica de Santa Fe.