El último 21 de septiembre, el día de la primavera, y siempre a puertas cerradas como acostumbran los 109 accionistas todos de la familia Vicentin, se festejaron los 90 años de la empresa. En Avellaneda, al norte de la provincia de Santa Fe, los habitantes de esa pequeña localidad lo sabían de antemano por haber estado involucrados en un catering exquisito, en el traslado de los vinos y espumantes desde la bodega de Mendoza y haber observado la llegada de varios miembros desde la sede Ricardone, a 26 kilómetros de Rosario.
La familia es tan reservada que ni siquiera ingresaban los mozos al gran salón: del servicio se encargaban los descendientes más jóvenes, en lo que es todo un indicio de la cultura de la compañía, en la que el hermetismo es regla.
¿Lo habrá sabido el Gobierno que sorprendió hasta al propio ministro de Agricultura, Luis Basterra, con el anuncio de la intervención y el proyecto de expropiación?
Y desde ya sorprendió y alertó a los Vicentin, según aseguran muy cerca de Sergio Nardelli, hijo de una de las herederas y de su mano derecha y primo hermano, Maxi Padoan. Se enteraron primero a las 14 por el llamado de un influyente consultor.
Según reconstruye la fuente consultada por Clarín, el diálogo fue el siguiente:
–El Gobierno se les va a quedar con la empresa…
–Eso es humo –habría sido la respuesta de Nardelli.
A las 16:30 Nardelli constató por la tele que no era humo. A las 18 ya estaba en comunicación con sus abogados del estudio Alegría que lleva adelante el concurso.
Esta mañana, junto a abogados penalistas, analizaron los pasos a seguir para impugnar tanto la intervención y para hacer frente a la futura y muy probable expropiación.
No fueron los únicos sorprendidos. Vicentin estaba en avanzadas tratativas con YPF Agro para seguir funcionando. Y, según trasciende, estaban a punto del due diligence, uno de los pasos previos para la venta, con un grupo liderado por José Luis Manzano.
Otros aspirantes a quedarse con la empresa eran el ex CEO global de Dreyfus, Ciro Echesortu, cabeza del fondo Ceibos Group. Y el fondo de inversión Carval que fue un brazo de Cargill y que ahora es independiente.
Entre tanto, su planta de San Lorenzo en Santa Fe, funciona al 50% trabajando para terceros con un contrato de procesamiento en aceite y harina de soja y girasol de 200.000 toneladas para la firma Oleo y otro de 100.000 para la cooperativa ACA. Y la planta de Renova en la que es socia en el 33,3% de la suiza Glencore sigue a pleno.
Qué pasará con las otras empresas del grupo
La compañía tiene 36 empresas distintas bajo el paraguas de Vicentin Family Group, aparte de las que están declaradas en el concurso al que solo ingresaron las compañías Vicentin dedicadas al procesamiento de granos con 1.250 empleados de los casi 5.000 que suma con el resto de las actividades.
Esta mañana hubo nervios en Renova, la fábrica de aceite más moderna y eficiente del mundo, en el frigorífico Friar, en Algodón Avellaneda, en Arsa, que maneja los yogures y postres que le compró a Sancor, además de la oleaginosa San Lorenzo. También se preguntaban qué va a suceder con el Puerto Público de Rosario, un puerto de contenedores y con Los Corrales de Nicanor, dedicada al engorde de miles de cabezas de ganado.
Otro de los negocios de la familia Vicentin es una bodega en Mendoza que elabora exquisitos vinos y espumantes. Y hasta tiene en Renopack una planta de envases para los aceites que elaboran a Victor Fera, de la marca Marolio. Llegará la intervención también a las sociedades en Paraguay, Brasil y España.
Por cierto, desde la cesación de pagos de febrero de este año, en el que fue el mayor default privado desde la crisis de 2001, dejó a múltiples productores en la pampa húmeda al borde de una difícil situación. Y la compañía Vicentin ha perdido gran parte de su reputación, algo que el gobierno busca sacar provecho con esta iniciativa.
El concurso, con una deuda declarada de US$ 1.300 millones, generó una relación muy tirante con sus socios de Glencore, entre las cinco firmas más grandes del mundo en el trade. Ocasionó problemas a quien compraba para Vicentin, como Tomás Hinrichsen, un reconocido broker agroindustrial. Y hubo fisuras entre Nardelli y su tío político y ex presidente de la Bolsa de Rosario, Alberto Padoan, dedicado desde siempre a hacer lobby por la empresa.
Eso sí la firma pesa en la vida pública de Santa Fe como Vicentín. Para algunos expertos, la firma que arrancaron los hermanos Máximo, Pedro y Roberto, llegados dese Italia en 1920, tuvo un crecimiento demasiado veloz en los últimos años. Era auditada hasta 2018 por la consultora KPMG que habría advertido, entre otros aspectos objetables, que la expansión estuvo apalancada con deuda bancaria de corto plazo.
Entre tanto tuvo un logro judicial ya que pese a los pedidos de que el concurso se tramitara en los tribunales de Rosario, los Vicentin lograron que quedara en manos del juez Fabián Lorenzini en Reconquista, a 620 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires.